Atravesar los Pirineos deja huella y es una de las aventuras que debes vivir por lo menos una vez a la vida. Si te lo propones, te recomendamos empezar “La gran travesía” en Vielha y, desde allí, alcanzar los puertos de Portillon y Peyresourde (1.659 m). El puerto de Peyresourde es ancho y su vista, impresionante, y, una vez ahí, es imposible resistirse a la pequeña casita de madera.

La aventura continúa por una hilera de pequeñas localidades que custodian auténticos tesoros. Mont es uno de ellos. Con apenas 20 habitantes y una vista excepcional, su iglesia romana esconde el único fresco exterior en el que se representan las escenas del Juicio Final.

La orilla del lago de Génos-Loudenvielle, a la altura del pueblo de Estarvielle, descubre un selfie imprescindible de la ruta. Cuenta la leyenda que un camino subterráneo une las Torres de vigilancia de Génos y Loudervielle. El itinerario, de una hora y media de duración, es fácil y el desnivel apenas se nota.

La otra vertiente de la montaña será el objetivo de este segundo día de ruta transfronteriza. Un total de 121 Kilómetros y 2h42min de duración separan Loudenvielle de Aínsa. Aquí se encuentra uno de los enclaves más maravillosos: el Gran Cañón de Añisclo, Patrimonio Mundial de la Humanidad.

No se puede prescindir del hermoso paseo hasta la Ermita de San Úrbez, uno de los Santos más emblemáticos de Aragón. Está situada a lo alto de un acantilado.

Tras pasar la noche en la villa aragonesa de Aínsa, llega el momento de retomar el camino hacia el túnel de Bielsa-Aragnouet, dirección a la Ruta de los lagos. La Reserva Nacional de Néouville es uno de los paisajes más bellos del macizo pirenáico, con un total de 70 lagos.

La presa de Cap-de-Long supera los 100 metros de altura. No en vano, forma una de las reservas acuáticas, más importantes de los Pirineos. Sus 40 kilómetros de galerías subterráneas no dejan indiferente. Aquí empieza la ruta de los lagos más alta de los Pirineos.

El Pic du Midi es la hazaña de la siguiente aventura. Tras alcanzar la cima en teleférico, hay que flanquear el mítico puerto del Tourmalet, el lugar preferido de la Emperatriz Eugénie. El siguiente punto de encuentro es el puerto de Aspin. Sin obviar, las canteras de mármol rosa que caracterizan el bello lago de Payolle.

La ruta llega al corazón de Gavarnie. Patrimonio de la humanidad, el circo de Gavarnie es una auténtica obra de arte de la madre naturaleza. El gran escritor, Víctor Hugo, lo describía como “el coloso de la naturaleza”. No te pierdas el selfie en la impresionante vista sobre la cascada más grande de Francia.

Y, escapando de toda norma, dirección a Gèdre, se alza el Goliat de los circos: el Circo de Troumouse, en el valle de Héas. El ilustre explorador del siglo XVIII, Ramond de Carbonnières, estimó que podría llegar a albergar hasta 10 millones de personas. Otra curiosidad es su sorprendente llanura, un auténtico paraíso para las marmotas! Y, desde aquí es de visita obligada el solitario circo de Estaubé. Un mundo de piedra y liquen, similar a la luna.

“La gran travesía de los Pirineos” tiene su próxima parada en Cauterets; la villa de Victor Hugo, Baudelaire, Debussy o Cateaubriand. La alta sociedad frecuentaba Cauterets, cuna del romanticismo y de la Belle Epoque.

¿Te apetece un “berlingot”? Debes saber que principios del siglo XIX, los médicos recomendaban chupar este caramelo para atenuar el sabor a azufre del agua. Cuatro tiendas de Cauterets comercializan todavía hoy este famoso caramelo.

Y, en La Raillère (a tan solo 2,5 kilómetros de Cauterets, en dirección al Pont d’Espagne), también te esperan las cascadas y los torrentes burbujeantes. No te pierdas las famosas Cascadas de Lutour y Cerisey.