Comienza el debut en la nieve para el más pequeño de la familia. Al igual que hormiguitas, en fila india detrás del monitor y un dorsal fosforescente con el rótulo de “Atención, soy pequeño», el esquí infantil será siempre una actividad lúdica.
Motivados por la pasión de sus padres y con chupete todavía o pañales, algunos aprenden antes a esquiar que a caminar. Pero el mejor aprendizaje es el que respete la edad del niño y hacerse de manera progresiva.
El parque infantil de nieve introduce al pequeño en el mundo blanco. Adecuado con cinta transportadora, no conviene prolongar su estancia más allá de dos horas
El primer contacto con la nieve puede llevarse a cabo antes de que el pequeño camine. Hasta los dos años se aconseja únicamente jugar con la nieve desde un trineo. El parque infantil se aconseja a partir de los tres años. Y los primeros descensos se reservan con cuatro o cinco años cumplidos.

FOTO: La Molina
No hay que olvidar que el esquí es un deporte que, aunque en principio no implique mayores riesgos que otras actividades, éste se debe llevarse a cabo de forma responsable.
La nieve será para el pequeño de la familia un juego, jamás una obligación
Se trata de un deporte muy sano que fomenta la socialización donde el taiming de la enseñanza viene marcado en función de su edad. Josep Mª Buló, ex traumatólogo de medicina deportiva y médico de la Real Federación Española de Deportes de Invierno (RFEDI), explica que;
«la edad para empezar a esquiar es relativa, cada niño crece a su nivel. Con dos años, es aconsejable que el niño sólo juegue con la nieve».
El parque infantil de nieve -un paraje donde el juego se interpone al deporte- será el lugar más seguro para comenzar a dar los primeros pasos sobre el elemento blanco.
«El primer contacto con la nieve debe hacerse en un lugar totalmente controlado. Una zona alejada de las aglomeraciones de las pistas, fuera del peligro que supone la masificación de esquiadores y snowboarders», prosigue el traumatólogo.
Hasta los dos años, el niño es un bebé en crecimiento y por tanto se aconseja únicamente jugar con la nieve desde un trineo.
«A partir de los tres años es cuando el aprendizaje se puede introducir como un entretenimiento, prosigue. Y alega que «la edad ideal para empezar a deslizarse en las tablas a los pies se a partir del 5 o 6 años, época en la que las cualidades motrices se encuentran desarrolladas y, por tanto, el pequeño estará en disposición para realizar las sus primeras bajadas».
Mejor con monitor
Con una dilatada experiencia en el mundo del esquí, Buló añade que la etapa de máximo rendimiento comienza a los 10 años. Se trata de una edad en la que las cualidades físicas se encuentran en su desarrollo más óptimo.

«El mejor aprendizaje es el que se hace de la mano de un monitor. Los cursillos de esquí infantiles serán la mejor fórmula para que el niño aprenda a esquiar con todas las garantías».
A partir de los cuatro años, edad en la que las piernas del pequeño están más fuertes, ya se podrá contratar clases colectivas o particulares.
Finalmente, hay que extremar la seguridad. Conviene que los niños se familiaricen con el casco desde el primer día. La protección dorsal se reserva más o menos a partir de los seis u ocho años, edad en la que la psicomotricidad es buena y se adaptan rápidamente a la técnica para comenzar a bajar por las pistas.