Boí Taüll presenta su agenda veraniega con múltiples actividades como todas las estaciones invernales. Pero en el caso del dominio de la Alta Ribagorça, su implicación con el territorio tanto a nivel de tradiciones como su ubicación (Parque Nacional de Aigües Tortes) y el románico que caracteriza a una buena parte de sus iglesias, hace de Boí Taüll un destino ideal en el que se conjugan las vertientes deportiva, cultural y, por supuesto, gastronómica.

El solsticio de verano se abre con unas fiestas de fuerte arraigo en la zona como son las Fallas, que convierten las laderas de las montañas en una inmensa lengua de fuego que desciende hasta los pueblos donde la fiesta acaban con bailes alrededor de una gran hoguera.
Plà de l’Ermita, centro neurálgico
Las actividades que ofrece Boí Taüll en verano son múltiples y cuenta con la ventaja de disponer del Resort de Plà de l’Ermita, centro neurálgico en el que se desarrollan y desde donde parten la gran parte de las ofertas de actividades. Un programa completo pensado en el ocio y formación de los más pequeños, excursiones, barranquismo, rafting, vía ferrata y visitas guiadas para contemplar las construcciones románicas y para disfrutar de la belleza del Parque Nacional de Aigüestortes y Sant Maurici, patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO al igual que las Fallas, es lo que el visitante se encuentra en este paraje privilegiado. Toda la información sobre alojamientos, tarifas y actividades puede encontrarse en la página web de la estación.

El turismo veraniego representa un tercio de las pernoctaciones anuales (80.000 invernales y la mitad estivales), proporción que se mantiene a la hora de hacer caja.
Martí Rafel, director de orquesta
Martí Rafel es el director general y comercial del grupo Nozar, que gestiona Boí Taüll y el balneario de Panticosa. Explica que cuando se construyó el resort del Plà de l’Ermita, en la década de los 80, ya se hizo pensando en ofrecer un producto de calidad durante todo el año. “Hay que reconocer que tanto el señor Gené y su equipo, liderado durante muchos años por un maestro en el sector turístico como Miguel Medina, realizaron una labor excepcional para desarrollar un producto muy atractivo y complementario a la oferta existente”, asegura Rafel.

La crisis ha azotado el dominio con especial dureza y el resort estuvo cerrado todo el verano de 2012. Las perspectivas no eran nada halagüeñas y Rafel detalla que “se ha recuperado la buena dinámica de los primeros años. Se superó una situación desastrosa como la del verano de 2012, que privó al Valle de la mayor concentración de plazas hoteleras de la comarca. Ahora podemos decir que contabilizamos más de 40.000 pernoctaciones, generando recursos para la empresa y un impacto económico importantísimo a toda la zona. Agosto es el més de máxima ocupación del año, superando a la temporada de esquí”.
Pese a una alta ocupación, la Vall de Boí no corre peligro de masificación porque, según Rafel, “el territorio siempre ha huido de las grandes especulaciones, lo que ha permitido preservar el encanto de los pueblos y su tesoro cultural y paisajístico. Un gran conjunto residencial como el resort del Plà de l’Ermita se ha integrado a la perfección con el medio que le rodea. Aquí no hay rascacielos como en la costa. Aparte del acierto a la hora de plantear esta cuestión, también hay razones geográficas (e incluso un cierto aislamiento) que han favorecido la no masificación de la Vall de Boí”.
Una simbiosis perfecta
La simbiosis entre la estación y la Vall de Boí ha sido muy beneficiosa para ambas partes, que se aprovechan la una de la otra. En este sentido Rafel destaca que “las fiestas de las Fallas dan un buen ejemplo de ello. Los fines de semana de Fallas la ocupación roza el 100%, lo que beneficia a todo el territorio. Todos los sectores tienen trabajo extra, sea en la hostelería, transportes, visitas al Parque y al Románico, tiendas de souvenirs, etc”.

El perfil de la clientela veraniega es marcadamente familiar, combina relajación con turismo cultural y deportivo. “La belleza del territorio con sus tesoros culturales y paisajísticos ya comentados son los auténticos polos de atracción. A ello sumamos la oferta hotelera, gastronómica y lúdica que Boí Taüll en el Plà de l’Ermita. Nuestros equipos de actividades y animación logran un ambiente fabuloso y de verdaderas vacaciones en la montaña. Si estuviésemos en la playa se le podría llamar ‘verano azul’. Nosotros somos el ‘verano verde’ en un resort donde se vive la época estival con familia y amigos y también con el resto de clientes del resort, donde han nacido muchas amistades”, apunta el responsable de la estación.

Revitalizar el territorio
Martí Rafel ya ha comentado las particularidades geográficas de la Vall de Boí y de la Alta Ribagorça, la comarca de Catalunya que ha sufrido una mayor desertización. “Para subsanar este grave problema es fundamental que estación y el resort funcionen a pleno rendimiento todo el año. Cuando hace dos años acepté este apasionante reto profesional, me encontré con muchas cosas positivas y, por encima de todo, con un equipo humano extraordinario. Pero faltaba un detalle importante: los clientes. La crisis pasó factura y se llegaron a mínimos históricos. El acuerdo firmado en 2014 con la Generalitat evitó el desastre que hubiera supuesto el cierre de la estación y puso la primera piedra de la recuperación. Darle un giro comercial a la situación, recuperar la buena imagen y los clientes ha sido y sigue siendo la prioridad. Hemos trabajado de lo lindo para recuperar la confianza de los operadores turísticos y del cliente y, sin querer ser pretencioso, creo que lo estamos consiguiendo. Lo mejor es que todavía hay por delante mucho recorrido y motivación no nos falta”, concluye Martí Rafel.