
Grandvalira acogerá, entre el 5 y el 7 de abril, las dos últimas pruebas de la Copa del Mundo de kilómetro lanzado. Los esquiadores más rápidos del mundo llegan a Andorra dispuestos a cerrar la temporada con sus mejores resultados. El escenario, la pista Riberal, del sector Grandvalira-Grau Roig, con la torre de diez metros de altura y 18 de longitud desde donde los esquiadores tomarán la salida.
El único catalán que tomará parte es Eduard Manrique. Tiene 32 años y, al margen del esquí, es director de operaciones y ventas de una empresa de cosméticos. Antes de cerrar la temporada ha hablado con Nieveaventura.
¿De dónde le viene la afición a practicar y competir en kilómetro lanzado?
En 2011 Grandvalira empezó a acoger las primeras pruebas de esta especialidad. Al enterarme de la noticia empecé a informarme sobre esta modalidad. Me llamó mucho la atención pero no participé porque lideraba el circuito catalán de interclubs de esquí alpino. La decisión valió la pena porque gané el circuito. Al año siguiente, en 2012, empecé a competir en la Copa del Mundo, en la actual categoría S2, desde donde en 2015 di el salto a la categoría reina, la S1.
¿Cuántos años hace que se dedica a esta disciplina?
Desde 2012, siete temporada seguidas. Un total de 15 carreras y un Campeonato del Mundo.

¿Cuáles son sus referentes a nivel mundial?
No tengo, no me fijo en nadie en especial. Al ser pocos competidores, los saludo a todos cuando nos cruzamos; hablo con uno y con otro antes, durante y después de la competición. Hay muchos tiempos muertos esperando la salida; la verdad es que hay muy buena gente en este ambiente.
¿Hay que ser de una raza especial para practicar el kilómetro lanzado?
Un buen esquiador, con el material adecuado, puede esquiar alrededor de los 100 k/h en una pista de KL, incluso en una normal. Un muy buen esquiador, sobre los 140-150 k/h. La cosa se complica a partir de esta velocidad. Antes que nada hay que tener respeto por lo que se hace y valorar cada uno sus capacidades. El límite lo hemos de poner nosotros. ¿Raza especial? Un poco porque estamos hablando de un deporte extremo.
Es un deporte de mucho riesgo. ¿Son frecuentes los accidentes?
Siempre hay alguna caída, normalmente leve. Bajamos en una pista cerrada y con todos los elementos de seguridad. Los accidentes más habituales son un brazo roto, codo o alguna quemada leve. Hubo alguna muerte hace ya tiempo, accediendo a la pista; no bajando. Muchas pistas tienen accesos complicados y con el material que utilizamos no es fácil acceder. Yo sólo me caí una vez a unos 196 k/h.
La descarga de adrenalina a estas velocidades debe ser considerable.
La sensación fuerte llega cuando ya estás abajo. Durante la bajada no creo que ni respiremos; es una concentración total y sólo oyes el ruido del viento. Al inicio hago un par de respiraciones profundas y a continuación llega el punto de no retorno.
¿No hay muchas carreras porque las medidas de seguridad son muy estrictas?
El gran problema es encontrar los espacios adecuados con una buena zona de llegada. La verdad es que no hay muchos. Luego hay que añadir el coste de preparación de la pista y las ganas de organizar la competición. El tema económico es una constante en todo; no hay un gran retorno, sólo es un ‘plus’ para la estación.
¿Qué velocidades se pueden llegar a coger?
En este deporte la velocidad depende de dos factores. Uno es el desnivel de la pista; a más desnivel más velocidad. Y el otro es el tipo de nieve. Cuanto más redondo es el grano de nieve, más rápido porque la fricción es menor. La primavera es la mejor nieve. También cuentan las ceras y los componentes aerodinámicos. El récord actual está en 254,958 k/h. En el Pirineo se rondan los 200 k/h, que ahora mismo es mi gran objetivo.
Eduard Manrique
32 años
8 ‘top 15’ en la Copa del Mundo
Récord de velocidad en S2: 172,92 k/h Verbier (Suiza) récord de España
Récord de velocidad en S1: 194,07 en Vars (Francia)
Dos veces ‘top 3’ en los Campeonatos de España