Mikaela Shiffrin tiene 22 años, esta temporada defiende su victoria absoluta en la Copa del Mundo donde acumula 33 victorias (26 de ellas en slalom), ha ganado cuatro Globos de slalom en cinco temporadas, es vigente campeona olímpica de esta disciplina y tres veces consecutivas campeona del mundo en la modalidad más técnica. La temporada pasada ganó once carreras y ganó el Gran Globo con una ventaja de 318 puntos sobre Ilka Stuhec.
El sábado pasado ganó el segundo descenso de Lake Louise, el cuarto que disputaba. El tercero, la víspera, lo acabó en la tercera plaza. Y en el super G del domingo fue quinta. Su dominio en el slalom y el gigante parece que tratará de extenderlo a todas las disciplinas sin perder eficacia en las disciplinas técnicas. Este rendimiento no es fruto de una decisión espontánea sino de un plan de trabajo perfectamente programado y que Shiffrin ha estado machacando desde hace meses. Se trata de mejorar su deslizamiento y su potencia física.

La estadounidense explicó a ‘L’Equipe’ sus intenciones. “Necesito tiempo de adaptación, estar segura que mis saltos tienen la altura necesaria, poder esquiar a una velocidad aceptable, entender las trayectorias y la posición más aerodinámica posible para ganar velocidad. Se trata de conceptualizar la técnica y aplicarla a tu cuerpo. Creo que tengo estas aptitudes pero no tomaré la salida en ninguna carrera hasta estar persuadida de poder lograr buenos resultados. Soy competitiva y me gusta ganar siempre”, detalla Shiffrin.
Una dependencia materna y el clan de los Shiffrin
A los 18 años se proclamó campeona olímpica de slalom en Sochi (la más joven en esta modalidad). Esta precocidad se explica cuando se conoce la labor que ejerce su madre, Eileen, una enfermera que apenas ejerció y que siempre se ha dedicado a la educación no sólo deportiva de sus hijos, Mikaela y su hermano mayor Taylor, que compite en la Nor-Am estadounidense y pruebas universitarias. Con la ayuda de su marido, Jeff, un anestesista enamorado del esquí, han modelado a la campeona que es hoy Mikaela. Tanto Jeff como Eileen habían competido y ella ganó campeonatos nacionales e internacionales tras graduarse como enfermera.

Eileen es la sombra de Mikaela, que ha seguido sus instrucciones desde que tenía apenas dos años. Empezaba a dar sus primeros pasos cuando su madre le calzó unos esquís y la enseñó a caminar por el salón. Después por la calle. Más tarde, con unos de nórdico por un campo de golf. Con menos de tres años empezó a esquiar sobre nieve. Shiffrin siempre ha estado bajo la tutela de sus padres, que han preferido que no participase en los programas federales deportivos de formación.
Teoría de las diez mil horas
Eileen tiene la teoría de las diez mil horas. “Practicando diez mil horas serás bueno en lo que sea”, afirma y trata de llevar a la práctica Eileen. Esta cifra imposible no la ha alcanzado con su hija pero sí ha pulido el gran talento que posee y así Mikaela exhibe en cada carrera un control perfecto tanto del equilibrio, la trazada y la perfección de estilo que sólo tienen los grandes. La dependencia es mutua y pese a la presencia de Mike Day, ex técnico de Bode Miller y Ted Ligety, los Shiffrin funcionan como un clan. La última palabra siempre es de Eileen o Mikaela.

Se entrena normalmente sola y ha sido cuando ha empezado a preparar su asalto a las disciplinas de velocidad cuando ha empezado a frecuentar el equipo estadounidense. “No alcanzo a imaginar el momento en que ella ya no esté conmigo. Quizás al final simplemente se aburrirá”, dice Shiffrin, que este otoño ha presentado a su clan al gigantista francés Mathieu Faivre, su primera relación conocida.
Shiffrin asegura que Eileen más que su madre es su mejor amiga, dice que no se ha emborrachado nunca, que le gusta dormir un mínimo de nueve horas y, si puede, no perdona una siesta.
Es respetada por sus rivales -que se han hartado de ver sus carreras en ‘slow motion’- porque la conocen y saben de sus extraordinarias cargas de trabajo. Llega a enlazar 18 giros de slalom ejecutados con una precisión magistral, sin el más mínimo error. Su ex técnico Brandon Dyksterhouse (que fue despedido por hacer una comparativa técnica entre Shiffrin y Frida Hansdotter) ha explicado a ‘La Gazzetta dello Sport’ que “en 50 días consecutivos de entrenamientos nadie pudo batirla”.

Ampliando expectativas olímpicas
Su medalla de oro en el slalom de Sochi fue la primera para el esquí femenino estadounidense desde que Barbara Cochran la ganase en Sapporo-72. Ahora Shiffrin ha ampliado sus expectativas. Ha mejorado en gigante y el año pasado ganó tres carreras de esta disciplina para acabar segunda en la general además de ganar la plata en el Mundial de St Moritz. De ganar el oro en slalom y gigante sería la segunda esquiadora de Estados Unidos en lograrlo después del precedente de Andrea Mead Lawrence, campeona olímpica de slalom y gigante en los Juegos de Oslo 1952.
Pero hay más. Shiffrin tiene pensado tomar parte en tres o cuatro pruebas en Pyeongchang. La combinada parece baza bastante segura y no descarta el super G pese a que el equipo femenino de velocidad de EE.UU. es potente. Lindsey Vonn, Stacey Cook, Laurenne Ross, Leanne Smith, Alice McKennis y Jackie Wiles pelearán por entrar en el cupo de cuatro que tiene su equipo para las pruebas de velocidad.
Shiffrin lo sabe y afirma en una entrevista publicada en la web del equipo estadounidense que “si compito en cuatro carreras es porque siento que tengo opción a medalla en las cuatro. Este es mi reto”.
De lograrlo igualaría la marca de Janica Kostelic, que se colgó tres oros y una plata en Salt Lake City 2002. Si ganase tres igualaría a su compatriota Bode Miller, oro, plata y bronce en Vancouver 2010. Miller comparte esta marca de tres medallas olímpicas en los mismos Juegos con Henri Oreiller, Toni Sailer, Jean Claude Killy y Stefan Eberharter. En mujeres se han colgado tres medallas en los mismos Juegos Rosi Mittermaier, Hanni Wenzel, Vreni Schneider y Katja Siezinger.
Una Shiffrin ambiciosa no descarta cinco medallas, algo que nadie ha logrado hasta el momento. Aunque bromea cuando se le saca el tema. “Eso suena a mucho, demasiado. Soy víctima de mis palabras tras ganar el oro en Sochi al decir que quería cinco medallas. Pero también quiero el mundo y ser la reina del universo”, bromea Shiffrin.

Un objetivo lleva a otro
En la entrevista citada habla de sus aspiraciones en la Copa del Mundo. Quiere revalidar su título absoluto y el de slalom y, además, añadir el de gigante. Los Juegos son el punto álgido de la temporada y Shiffrin opina que un objetivo no debe eclipsar a otro “sino que uno debe llevar a otro. La mejor preparación para unos Juegos es una buena temporada previa, tener buenos resultados antes de los Juegos, que los miro como una carrera de la Copa del Mundo. Yo salgo a estar lo más arriba posible en todas las carreras; no voy a cambiar una táctica que me permite mantener todos los retos a un mismo nivel de prioridad”.
El récord de la Copa del Mundo
Ingemar Stenmark lo tiene en 86 victorias. Lindsey Vonn ha logrado 77 a sus 33 años aunque el año pasado sólo ganó una carrera. Shiffrin tiene 33 triunfos a sus 22 años. Si sigue esta progresión, y en la hipótesis que las lesiones no interrumpan su trayectoria, podría batir la marca del sueco antes de cumplir los 30.
Stenmark había ganado 28 carreras a los 22 años; Vonn cuatro. Stenmark ganó 34 carreras entre los 22 y 24 años y Vonn 31 entre los 25 y los 27. El sueco tiene el récord de victorias en una sola temporada con 13 (a los 22 años); Vonn tiene su tope en doce (a los 27). Shiffrin, el año pasado con 21, ganó once.

Moser-Proell la supera en precocidad
La estadística muestra el enorme potencial de Shiffrin. Es la tercera esquiadora con mejor porcentaje de victorias después de Annemarie Proell (36 triunfos en 63 descensos, un 57,1%) y de Vreni Schneider (34 victorias en 63 slaloms, un 54%). Shiffrin ha ganado 27 de los 53 slaloms disputados, un 50,9%. Tras ella, Alberto Tomba con 35 slaloms ganados de 78, un 44,9%.
A la edad de Shiffrin, 22 años y 8 meses, Moser-Proell ya acumulaba 41 victorias. La sigue la estadounidense con 33, dejando lejos a la tercera, la suiza Erika Hess con 24.
Shiffrin es muy ambiciosa y no lo esconde. Quiere ser la mejor esquiadora de todos los tiempos, que su polivalencia le permita ganar en cualquier disciplina. “Ese es mi mayor desafío. Mejorar cuando estoy en la cima del slalom y muy arriba en el gigante. Sé que tengo velocidad y que tengo técnica. ¿Cómo mejoro mi técnica sin perder velocidad? Ese es mi trabajo diario: construir mi fuerza, mi velocidad y mi técnica teniendo una confianza ciega en mis esquís”.