
El esquí de montaña, conocido igualmente como Skimo, se ha hecho un hueco en el deporte blanco. La modalidad ha adquirido gran relevancia en las estaciones invernales. Y es que cada vez son más los aficionados que suben por los laterales de las pistas con esquís.
La modalidad alpina se ha convertido en un gran reclamo para los amantes de la nieve. El skimo es ideal para huir de las multitudes. Un deporte alternativo igualmente apto para el entrenamiento de triatlones o maratones.

La actividad blanca requiere un mínimo de forma física y nivel alto en pistas. Una modalidad que además no está exenta de peligro. Un riesgo que aumenta con creces cuando se practica dentro del dominio de las estaciones de esquí.
Ante la demanda de tantos adictos que salen desde las mismas pistas, muchas estaciones han comenzado a promover itinerarios alejados de los remontes. Y es que es mejor ofrecer que prohibir. Se trata de áreas balizadas que, fuera de la influencia del alpino, poseen escuela de esquí y alquiler de material.
Skimo con seguridad
Ante la aglomeración de esquiadores subiendo por las pistas en temporada invernal, Andorra aprobó la temporada pasada algunos aspectos de seguridad para este colectivo. De esta forma, el reglamento prohíbe hacer ‘randonnée’ con perro. Igualmente, la obligación de subir en fila india cuando se circula por las pistas o la prohibición de practicar este deporte en las pistas entre las 22.00 y las 7.00 horas.
El nuevo perfil de usuario del esquí de montaña es un esquiador multidisciplinar que quiere iniciarse en una zona segura, y minimizar así los riesgos naturales de la montaña.
Un deporte muy saludable

Cierto que el skimo proporciona salud a raudales. Pese a ello, hay que ser precavido a la hora de comenzar. Con el fin de evitar cualquier percance, se aconseja la figura de un guía a la hora de calzarse unos esquís de montaña. Marc Xarpell, guía de montaña andorrano, explica que;
«Un monitor aporta un plus de seguridad a la hora de salir a la montaña. El skimo requiere unos conocimientos básicos que deben adquirirse de forma progresiva con el fin de evitar frustraciones».
El material necesario para una salida, junto a los esquís o las botas, consta de pala, DVA (detector de víctimas de avalancha) y sonda, incluso mochila ABS.
«Además tampoco hay que obviar el caso, las máscaras de nieve, el anorak cortaviento y el plumífero», añade el guía.
Antes de lanzarse a lo desconocido, es imprescindible consultar el boletín meteorológico.
«Hay que evitar los días con niebla. El viento es igualmente una gran enemigo a la hora de salir a la montaña por ser un gran aliado de aludes de placa», añade.
De esta forma y junto a la meteorología, hay que estar atento al riesgo de aludes. Durante la temporada invernal, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emite diariamente un boletín de Peligro de Aludes en las distintas áreas de montaña.
Existe una escala, válida para todos los países de Europa que clasifica el peligro de aludes en cinco niveles, en función del grado de inestabilidad del manto nivoso. Para facilitar su comprensión se establecen otros tantos colores:
- Verde = Nivel 1 (Débil)
- Amarillo = Nivel 2 (Limitado)
- Naranja = Nivel 3 (Notable)
- Rojo = Nivel 4 (Fuerte)
- Rojo/Negro = Nivel 5 (Muy fuerte)

FOTO: Joan Marc Xarpell
«Cando la escala es de 5, el peligro es máximo y, por tanto, no se debe salir. Con nivel 4 se evitará esquiar por pendientes de 30 grados de inclinación», dice Xarpell. Y añade que «el nivel 3 es el que más accidentes genera por la confianza de los esquiadores».
La salida a la montaña siempre requiere un respeto. Un deporte del cual hay que ser precavido.
«Si el riesgo de aludes baja hasta el número 2, hay que estar tranquilo aunque ser prudente. En la mochila no se debe olvidar los crampones por si hay algún paso con hielo o poca nieve, una manta térmica y el teléfono móvil con la batería cargada», concluye Xarpell.